Los implantes dentales son raíces artificiales fabricadas preferentemente de titanio químicamente puro, creados para sustituir dientes ausentes o perdidos.
Una vez colocados en el hueso del maxilar superior o inferior mediante una microcirugía mínimamente invasiva sirven para soportar los nuevos dientes.
Debido a un proceso biológico denominado osteointegración y descrito por el profesor Bränemark en los años 50.
Mediante este proceso el organismo establece una conexión entre el implante y el hueso después del cual el implante y el hueso quedan firmemente unidos.
Una característica muy importante de este proceso de osteointegración es su estabilidad a lo largo del tiempo.
Los implantes dentales pueden estar indicados sin limite de edad, en los casos de pérdida o falta de un diente, varios dientes o todos los dientes.
Recordemos que una gran ventaja de los implantes es que podemos reponer dientes perdidos o ausentes sin tener que dañar los dientes adyacentes, es decir, no hay que alterar los dientes vecinos.
Los implantes dentales en su gran mayoría están fabricados con titanio quirúrgico. Este material ha demostrado ser biocompatible, bioinerte, estable y con gran capacidad de integrarse en el hueso, además de tener muy buena tolerancia por parte de los tejidos blandos (encía), por tanto, las posibilidades de que produzca una reacción alérgica son muy improbables.
No obstante y cumpliendo nuestro compromiso de ofrecer soluciones fiables y predecibles, para estos casos de alergia al titanio (menos de 0,1%) contamos hoy por hoy en nuestra clínica con implantes dentales fabricados con Zirconio, material con propiedades muy similares al titanio.